La importancia de solucionar un conflicto
No son pocas las sesiones de pareja que se inician con el intento de solucionar un conflicto allí, se piensa que tener un árbitro delante puede ayudarles y decidir quién de los dos sale victorioso y quién sale escarmentado de la sesión.
Los intentos de lo que se denomina Triangulación del Terapeuta, son inconscientes y forman parte del fenómeno de la transferencia que se produce en muchos pacientes dentro de los procesos terapéuticos; sin embargo, evitarlos es una tarea delicada que debe ser ejecutada con cuidado, puesto que el terapeuta tampoco ha de destapar dichos intentos si el proceso aún no es lo suficientemente maduro como para exponer estas dinámicas sin que el o los pacientes se sientan completamente desprotegidos. De hecho, una intervención directa ante este tipo de dinámicas, aunque desde el sillón que ocupamos parezcan más que evidentes, puede hacer que una de las dos partes no quiera continuar con el proceso.
En el proceso de solucionar un conflicto durante la terapia de pareja, el terapeuta ha de saber acariciar este tipo de funcionamiento e ir poco a poco llevando esa conversación hacia la parte más nuclear y emocional del problema. En este tipo de discusiones, que pueden versar sobre temas tan trascendentales como las pinzas sin recoger o las luces sin apagar, se está fraguando una sensación en ambos cónyuges no expresada. Puede que alguien se esté sintiendo “micro-abandonado”, poco escuchado, respetado, importante… y un largo etcétera. Eso no significa que él o ella lo estén identificando, y ni siquiera, que una vez identificado, sean capaces de darle el suficiente valor o dignidad para expresarlo. Además, este acercamiento es crucial para solucionar un conflicto de manera efectiva, permitiendo que ambos miembros de la pareja se sientan escuchados y comprendidos.
Con todo esto, el terapeuta ha de ser capaz de iniciar un descenso lento y respetuoso a los abismos emocionales de cada uno, para ayudarles a expresar lo que ni ellos han entendido. Todo esto, lo tendrá que hacer respetuosamente y empaquetarlo con mucha dignidad, manteniendo en todo momento su autoridad para que la conversación no recupere el cauce de la parte superficial. Los intentos por retomar la conversación inicial sobre las cosas banales, probablemente nos darán una buena pista de que vamos bien.
Cuando lleguemos a donde tenemos que ir, nos daremos cuenta que la atmósfera de la sesión ha cambiado, y que cada uno tiende a hacerse más responsable de sus propias necesidades. En algunas de esas sesiones, todos saldrán pensando que no se ha hecho nada, a veces el terapeuta también, sin embargo, habremos aprendido mucho y tendremos un nuevo lugar para comenzar la siguiente sesión y así, acercarnos poco a poco a que las personas entren en dinámicas distintas para solucionar un conflicto.
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Alfonso Navarro
Psicoterapeuta, Co-Fundador y Director Clínico Fluxua